Parte de la idea de comenzar a escribir un blog nace porque
tengo todo el tiempo libre del mundo. Me gradué de la universidad y estoy en el
proceso de encontrar un trabajo. O sea estoy en ese momento o esa etapa o soy
ese ser que todos hemos o seremos. Estoy cesante. La cesantía. Lo peor de estar
cesante a mi edad es que no estoy obligada a trabajar, aun, soy un adulto
joven. No soy una joven ni un adulto soy un adulto joven.
¿Qué es ser un adulto-joven? Para mí
un adulto joven es alguien que tiene la edad para ser joven o sea entre los 18
y los 30 (para mi gusto, estoy segura que cuando tenga treinta pensare que
estoy en la flor de la vida y todo, pero en este momento tener treinta es
ser viejo.) Pero a la vez eres adulto, porque ya no estudias, o sea no dependes
de tus padres, y tienes que conseguir un trabajo. Eres joven de mente, de
cuerpo. Tienes las ideas de un joven, las ganas. Pero eres un adulto que
necesita plata para hacer todas esas cosas, para realizar las ideas, para
saciar tus ganas de joven. Para tener plata hay que trabajar y ahí cuando
trabajas ya no tienes tiempo de hacer nada de lo que querías.
Ser
un adulto-joven es tan malo como tener doce años. Como decía mi papa, muy vieja
para los juguetes, muy joven para pololear. O sea no puedes hacer ni lo uno ni
lo otro.
Cuando un joven se gradúa
de la universidad tiene que conseguir un trabajo. Cuando consigue el trabajo
tiene que tener una casa. Cuando tiene la casa tiene que tener para comer,
donde dormir, pagar todas las cuentas, etc. Y ahí, gracias a todas esas
responsabilidades, deja de ser un joven y se convierte en un adulto.
Bueno en esa etapa estoy
en que soy una joven que no tiene dinero para hacer las cosas de un joven pero
no tiene aun las responsabilidades de un adulto. O sea soy una adulto-joven.
Tengo señalar que aquí elimino
a todas esas personas que nunca se graduaron de la universidad, o que
comenzaron a trabajar muy jóvenes, o que tuvieron familia propia muy jóvenes.
En mi opinión creo que esa gente pasó de ser adolescente a adulto. Y se saltó
la siempre mal ponderada fase del adulto-joven.